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Roy Justiniano
Fundador / Editor
miércoles, 4 de mayo de 2011
10:49 a. m. | 
Escrito por:
Roy Justiniano |
Alegría infinita, sólo descriptible con las lágrimas que se confundieron entre la incesante lluvia que humedeció el lienzo verde del Camp Nou.
La clasificación a la final de la Champions League pareció ser lo de menos para los integrantes del Barcelona. Poco les importó que su acérrimo adversario fuera superado en una eliminatoria marcada por la guerra de declaraciones, la polémica arbitral y ese futbol acompasado, de toques precisos, que enamora a todo el planeta.
Lo que realmente resquebrajó sus corazones fue presenciar el regreso a las canchas de ese guerrero de ébano que hace poco más de un mes recibió la terrorífica noticia de que padecía un tumor en el hígado.Ningún médico pronosticó que Eric Abidal regresaría a las canchas durante la actual temporada. Ayer completó el milagro con el marco ideal: ante el Camp Nou repleto, embriagado de placer por la victoria global sobre el Real Madrid (3-1).
Faltaba sólo un minuto para que se oficializara la victoria blaugrana, los corazones catalanes latían aceleradamente, pero nada se comparó al observar ese número 22 listo para ingresar.
Josep Guardiola decidió que ocupara el lugar del capitán Carles Puyol, como homenaje a la lección de vida recibida por un francés con temple de acero.
Colofón ideal a “La batalla de los 18 días”, de la que el Barça se erigió como triunfador. Su resistente armadura sólo fue rasgada en la final de la Copa del Rey, único episodio feliz para un Madrid incapaz de fulminar el yugo culé que padece desde hace varios años.
La lluvia también permitió que las lágrimas blancas pasaran desapercibidas, aunque no la frustración de astros como Cristiano Ronaldo, Kaká e Íker Casillas, eternos perdedores frente al encantador estilo remasterizado por Guardiola.
El choque lucía como mero trámite, luego de la victoria del Barcelona en la ida (0-2), etiqueta que desapareció con la propuesta ofensiva de José Mourinho, quien abandonó la idea de desconectar a los genios de bolsillo catalanes y por fin diseñó a un equipo agresivo, tal como lo demandaba el madridismo.
Refugiado en una habitación de hotel, debido a que estaba suspendido, el polémico estratega portugués contempló la caída de un equipo que llegó a Barcelona en plena agonía, aunque pareció recobrar lucidez en algunos lapsos.
Casillas aguantó estoico el bombardeo de la primera mitad. El carismático meta blanco mantuvo a su equipo con esperanzas, las que el silbante belga Frank de Bleeckere despedazó al invalidar aquella anotación de Gonzalo Higuaín (46’).
El juez consideró falta de Cristiano sobre Javier Mascherano, pero el luso cayó y accidentalmente provocó que el argentino también visitará el resbaloso césped catalán.
Mazazo para un conjunto que ya era frágil de sentimientos, por más que respondió furiosamente al tanto de Pedro (54’) con el potente zurdazo de Marcelo (64’), tras gran jugada de Ángel di María.
Gol que permitió a los merengues rescatar el empate y algo de orgullo, aunque la fiesta fue catalana. Sobraron motivos para celebrar, aunque ninguno como el regreso de Abidal, el hombre que demostró la magia que dan las ganas de vivir.
http://www.eluniversal.com.mx/deportes/125675.html
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